No todo el vino que se produce en España se consume en España. Eso parece evidente. Somos uno de los principales productores mundiales y tenemos en el vino una de nuestras mejores exportaciones, además de un embajador mundial de buen gusto (mejor que Enrique Iglesias, por ejemplo). Sin embargo:
…con los alimentos procedentes de la agricultura ecológica (que no emplea químicos de síntesis como fertilizantes o plaguicidas) se da una tremenda paradoja: su producción no deja de aumentar en España, algo en teoría positivo para el medio ambiente, pero la gran mayoría se exporta y se consume en otros países, lo que a su vez supone una carga en gasto de energía y emisiones de CO2 por el transporte.
El caso del vino es particularmente ilustrativo, como recoge el artículo ¿Es ecológico un vino que viaja miles de kilómetros? del blog Eco-Lab de El País.
Si eres un verdadero ecologista aficionado al vino, chúpale los pies a este señor.
Este es un ejemplo más de los errores de cálculo de la ideología verde, que habitualmente comete estos pequeños lapsus que afectan a todo su castillo de naipes filosófico. Igual que cuando Al Gore recorre el mundo en su jet privado, de hotel de lujo en hotel de lujo, acompañado por una cohorte de seguifores fieles, esparciendo toneladas de basura por todo el mundo – sin contar con sus discursos- mientras señala con el dedo al ser humano.
O como los famosetes que gritan ‘salvemos el planeta’ desde un escenario iluminado por unos focos que podrían calentar un campo de refugiados.
Este ecologismo de etiqueta de botella es insostenible, y sus errores y omisiones deben ser denunciados. Porque lo que supone a pequeña escala la producción de una botella de vino ecológica es una metáfora del comportamiento de los ideoecologistas, que están encantados de producir ideas sin medir científicamente las consecuencias. Cada vez que apadrinan un cultivo ecológico, o evitan la masacre de árboles, cierran una planta de extracción, etcétera, se están olvidando de la galaxia de implicaciones que suponen sus acciones.
El blog ecológicamente incorrecto 